Andrés Segovia, el gran guitarrista

Andrés Segovia inauguró una nueva era de la guitarra clásica, ampliando su repertorio y cautivando a un público mundial. Por ello, el rey español le concedió el título de nobleza. Las guitarras de Segovia se encuentran ahora en los museos como iconos de la historia de la guitarra del siglo XX.

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«Para mí, Segovia era una figura divina. La poesía de su forma de tocar me tenía hipnotizado. Me dio una nueva perspectiva de la música».

Historia de la guitarra

Andrés Segovia fue un héroe para muchos guitarristas, no sólo para maestros como Eliot Fisk. Está considerado como el tipo que elevó la guitarra a la categoría de instrumento «clásico» de concierto por generaciones de entusiastas de la guitarra.

«Tuve que salvar la guitarra dos veces: primero de las manos estridentes de los guitarristas flamencos, y luego del limitado repertorio de la guitarra».

Segovia afirmó que tuvo que salvar la guitarra dos veces: una de la falta de repertorio de la guitarra y otra de las manos estridentes de los guitarristas flamencos. Tenía razón en cuanto al repertorio. El mayor de sus logros es haber recuperado la música de los viejos maestros españoles y haber animado a compositores contemporáneos como Manuel Ponce y Heitor Villa-Lobos a crear para su instrumento.

Guitarrista. Foto por @maria_foto a través de Twenty20.

Un guitarrista autodidacta que casi por sí solo redefinió la forma de tocar la guitarra.
«Como es el único instrumento de cuerda completamente polifónico, componer para él es imposible si no lo tocas tú mismo y lo tocas bien».

Andrés Segovia era conocido por su capacidad de transcripción. La Chacona de la Partita para violín en re menor de Johann Sebastian Bach se convirtió en una obra de arte. En París, en 1935, la primera interpretación de la versión para guitarra causó un gran revuelo. Los tempi deliberados, el vibrato idiosincrático y el rubato, incluso su despreocupación por la corrección en el sentido del texto original, todo formaba parte de una expresión coherente de una concepción musical romántica en el sonido de Segovia, que solía reconocerse desde la primera nota: voluminoso y a la vez finamente perfilado. Este hombre y su instrumento eran capaces de llenar recintos del tamaño del Carnegie Hall.

Segovia viajó por Sudamérica y Norteamérica, Japón y la Unión Soviética ya en la década de 1920. Más de 5.000 conciertos y millones de grabaciones vendidas habían extendido su leyenda por todo el mundo en el momento de su muerte. Su libro también se centra en la figura central del mito: el guitarrista autodidacta que básicamente redefinió la forma de tocar la guitarra. Ha sido difícil verificar muchas cosas. Incluso su fecha de nacimiento, el 21 de febrero de 1893, fue un misterio durante mucho tiempo.

Se ha erigido una estatua de bronce y un museo en su honor

Incluso a la edad de 80 años, seguía siendo un oponente formidable. Leyendas de la música como Pablo Casals y Artur Rubinstein podrían servir de punto de comparación. Sin embargo, incluso entre sus antiguos alumnos, a los que había elogiado, había detractores. Por ejemplo, el mundialmente famoso compositor John Williams hizo comentarios despectivos sobre las opiniones musicales conservadoras de Segovia. Despreciaba el arte abstracto, así como las tendencias comparables en la música y la poesía, especialmente en el flamenco.

Andrés Segovia murió en 1987 y, en vida, su ciudad de Linares (Andalucía) le honró con un museo y una estatua de bronce. Está de pie con un abrigo al hombro, con un bastón en lugar de una guitarra, y mira a través de sus gafas de montura gruesa, que le daban un aire profesoral y distante incluso en sus primeros años, como un estadista de la altura de Churchill. Manuel Ramírez, fabricante de guitarras, se molestó cuando el virtuoso de 19 años se le acercó y le exigió un instrumento. No tenía dinero. Ramírez, en cambio, se dejó convencer.

«No me pagues nada por él; en cambio, haz que el instrumento sea famoso en todo el mundo».